Piscuchas de Quezaltepeque
Los barriletes han sido una tradición en Quezaltepeque y uno de los entretenimientos favoritos de los niños y jóvenes en octubre y noviembre, cuando sopla más el viento, temporada muy esperada por comerciantes de la villa cachacera y artesanos que se dedican temporalmente a confeccionarlos.
El tipo de barrilete que ha formado parte del folclor de Quezaltepeque es la piscucha, la cual tiene la forma geométrica de un rombo y está hecho por dos varillas o saraques, hilo, papel de china y periódico para la cola.
Este modelo apareció por primera vez con la llegada de la familia Lobos a este municipio, debido a que el señor Doroteo Lobos, popularmente conocido como Don Teyo, vino a trabajar a la banda de música civíl y en la temporada de fin de año empezó a fabricar piscuchas para sus hijos. Las piscuchas son hechas tradicionalmente en los pueblos de Jutiapa, de donde los Lobos son originarios.
Don Teyo cuenta que en 1985, cuando los demás niños de Quezaltepeque veían que sus hijos tenían barriletes diferentes empezaron a encargarle que les hiciera a ellos también. “Como me sobraban materiales de los barriletes de mis hijos, de eso hacía algunos para regalarlos a los niños de la cuadra. Después se hicieron tan populares que los comercios empezaron a encargarme para poderlos vender”, relata este polifacético personaje.
Para la familia Lobos, manufacturar piscuchas se volvió una tradición de todos los años. Gerber Lobos, hijo de Don Teyo, nos cuenta que su papá le enseñó a hacerlas y que en un tecolote de barro guardaban las ganancias, las cuales servían para que la familia disfrutara sin limitaciones de la feria del pueblo, en el mes de noviembre.
Doña Engracita Guerra, propietaria de Súper Tienda El Cisne, cuenta que desde la llegada de las piscuchas a Quezaltepeque, bajó un poco la venta de materiales como papel de china y saraques —también llamados varillas— , pero empezaron a vender las piscuchas que le encargaban a Don Teyo, las cuales le dejaban más ganancia.
Don Romeo Santos muestra las piscuchas que vende en su negocio
El señor Romeo Santos, vecino de la colonia Santa Filomena, dice que aprendió de Don Teyo este oficio en los años 80. La necesidad de tener un ingreso extra lo hizo buscar comercios que le compraran las piscuchas que hacía. Hasta la fecha sigue teniendo una gran cartera de clientes, que hacen sus encargos todos los años desde el mes de septiembre. “Hacer piscuchas en mi casa se ha vuelto un negocio familiar, pues mis hijos me ayudan y hacemos entre 100 y 150 diarias”, comentó Don Romeo.
Melitza Rodríguez de Burgos, propietaria del minimercado San Judas, hace pedidos a Don Romeo desde hace cinco años, a quien le compra más de 500 piscuchas en toda la temporada. “Nuestro negocio son los abarrotes, pero como muchos niños venían a preguntar por las piscuchas, tuvimos que buscar quién las hiciera para incluirlas entre los productos del negocio”, relató.
El mejor lugar para volar piscuchas
Foto de Archivo: Vuelo de Piscuchas en el Día de Todos los Santos
Quezaltepeque no es un pueblo que geográficamente se encuentre a una altura apropiada para volar barriletes, como sus vecinos Olopa y Esquipulas, pero a pesar de eso muchas generaciones han utilizado los terrenos ociosos del barrio Yocón, a los cuales han llamado Los Borditos, donde no importa caminar mucho, atravesar vegas y dificultades en el camino para elevar las piscuchas, cometas, lunas, cubos y demás barriletes.
Cristian Ruiz, quien vive en el barrio La Concordia, cuenta que en su niñez él y todos sus amigos iban a Súper Tienda El Cisne a comprar los materiales para hacer sus piscuchas y luego a las barberías a pedir periódico para las colas de las mismas. Después de que todos tenían su propia piscucha, se dirigían a Los Borditos para volarlas una por una. El juego consistía en darle bastante hilo hasta que el aire lo reventaba y luego todos corrían detrás del barrilete, o de capiuza, para recuperarlo. El que la lograba agarrar se quedaba con ella y así continuaba el juego con la piscucha de cada uno de los que iban al lugar.
Ruiz también recuerda otro detalle del juego: “Cuando el hilo se quedaba atrapado en algún árbol y la piscucha seguía volando, utilizábamos las chachaguatas, que eran dos piedras unidas por un hilo y se lanzaban donde las piscuchas estaban trabadas para bajarlas”.
Las piscuchas y sus formas de jugar con ellas han pasado a ser una tradición de Quezaltepeque y que lo caracteriza del resto de municipios de Chiquimula, donde confeccionan de diferentes modelos o venden barriletes industriales hechos de tela o material plástico.
Por BIlly Quijada
Edición: Lic. Conrado Monroy
Meacuerdo cuando jugaba barriletes en Recidimiento es una tradicion Muy inportante
Que sienpre Boy atener en Mente Felizcidadez a todos los Cachaseros Por Tener un Cachasero
Este es un excelente reportaje de una de las tradiciones más esperadas por niños y jóvenes en el municipio, Billy te felicito por la publicación que me parece muy completa porque tiene entrevistas, anécdotas y por su puesto una muy buen redacción…saludos a todos los paisanos…
Por andar siguiendo una piscucha y pasarme peopapido debajo d un cerco d alambre de puas tengo tremenda cicatriz end el lomo mmmm y q reganada q me dio mi abuela