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Más de alguna vez algún estudiante dijo “Hoy no hay clases por ser día del lápiz”.

En Guatemala, como en muchos países, ciertas fechas cobran un valor significativo hasta el punto de volverlas un asueto. Pero por otra parte muchos denominan como “Día del Lápiz” cuando no tienen ganas de trabajar o de estudiar y aprovechan para escaparse e ir a descansar.

Pero algo que las personas que festejan muy a menudo el día del lápiz no saben, es que en realidad si existe esta celebración.

El 30 de marzo de 1858 se otorgó la primera patente por pegar un borrador al extremo de un lápiz, hecho que dio origen a que ese día fuera dedicado a este útil instrumento.

Un lápiz puede trazar una línea de 56 km de largo, escribir un promedio de 45 mil palabras, absorber 17 afiladas y eliminar sus propios errores.

Es uno de los grandes inventos tecnológicos de todos los tiempos; el juguete de tecnología original, al proporcionar la plataforma para el lanzamiento de todas las expresiones de arte, diseño y comunicaciones.

Hay un lápiz en todas partes: en casa, en el trabajo, en los estudios, hasta en un campo de golf. Sin embargo, pocas veces se repara en la importancia de esta pequeña herramienta.

“En reconocimiento de su gran utilidad y como copartícipe en la historia del lápiz, Faber Castell decidió instituir el 30 de marzo como Día del Lápiz en Guatemala, ya que se celebra en países como Ecuador, Alemania, Austria, Inglaterra y Rusia”, explicó César Balconi, de esa empresa.

La idea de poner una mina delgada de grafito en una envoltura de madera o en una vaina —funda— de metal, surgió hace cientos de años.

Con el tiempo, el lápiz ha pasado de ser un instrumento de escritura simple para transformarse en una pieza de joyería, sin límite para la inventiva y con capuchones de diversos materiales que protegen la mina y su envoltura.

El lápiz más antiguo del mundo fue descubierto hace pocos años, durante el trabajo de restauración efectuado en el ático de una casa con entramado de madera, de Suabia, Alemania, construida en 1630. Este se encuentra ahora en la colección de Faber-Castell, una empresa con una producción de más de dos mil millones de lápices de grafito y de colores al año.

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