Adiós a un cachacero ilustre

Don Colo junto a su esposa Elenita Porta (Foto: BILLY QUIJADA).

Una gran pasión por la historia del país caracterizó, desde niño, a José Clodoveo Torres Moss, conocido como don Colo, quien escribió el último capítulo de su vida el 18 de agosto recién pasado.

Clodoveo Torres, quien nació el 29 de octubre de 1926, en Quezaltepeque, Chiquimula, con su hermano y otros académicos fundaron la Universidad Mariano Gálvez (UMG), de la cual fue, durante muchos años, el director general del Departamento de Registro y Control Académico.

Durante su carrera profesional escribió aproximadamente 20 libros y publicó más de cien investigaciones. Entre sus trabajos literarios destaca el texto Introducción al Derecho, el cual se utiliza en el pénsum de estudios de la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales en la UMG.

También publicó títulos con la historia de Chiquimula, Zacapa y Jutiapa, entre otros departamentos.

 Su humildad siempre fue algo que quienes lo conocieron admiraban de él. “No tengo bienes materiales, pero a la gente le dejo lo que he investigado en toda mi vida, para que sirva de fuente de información perpetua”, indicó don Colo el 14 de noviembre del 2010, durante un acto en el que bautizaron una calle con su nombre en su pueblo natal.

“Me han preguntado muchas veces cómo fue que me gustó la historia y siempre respondo que a mí me gustó desde mi niñez. Recuerdo que cuando estudiaba la primaria, me paraba frente a la iglesia de Quezaltepeque y me preguntaba: ¿En qué fecha construyeron el templo?, ¿cuándo lo terminaron?, ¿quiénes intervinieron en su edificación? Todas esas incógnitas me llevaron a esta profesión”, resaltó Torres.

DE FAMILIA

“Siempre fue un hombre cariñoso, hasta el último día”, aseguró Elena Porta, su esposa.
Porta recordó que el académico mantuvo su sencillez hasta el último día. “Nunca fue alguien ambicioso. Compartía su conocimiento con quien tuviera oportunidad, pues él ahorraba dinero para publicar sus libros y luego los enviaba por correo a sus amigos, alumnos y bibliotecas en todo el país”, añadió.

Era abogado y notario, pero doña Elena comentó que nunca cobró por hacer una escritura. “Colo no tenía una oficina jurídica, pero algunos amigos y vecinos venían a la casa para que les hiciera favores. Nunca se negó”, indicó Porta.

Parte de ese espíritu amable y servicial que caracterizó a Torres fue su pleno compromiso con Dios. “Era un hombre de oración, muy cristiano evangélico”, agregó.

SU DÍA A DÍA

Todas los días, antes de desayunar, Colo oraba para consagrar el día. Luego, se encerraba toda la mañana en su biblioteca para leer la Biblia y orar. Después del almuerzo regresaba a su sala de estudios para redactar en su máquina de escribir y leer documentos históricos, contó su compañera de hogar.

Tenía aprecio especial por las mascotas —llegó a tener más de 40 canarios— y una afición por coleccionar sombreros, los cuales usaba todos los días.
El párkinson afectó el final de su vida, que duró 87 años, pero su legado académico beneficiará a generaciones.

La vida de Don Colo
Clodoveo Torres dejó un legado digno de imitar.Nació en Quezaltepeque, Chiquimula, en octubre de 1926.

Fue historiador, archivista, sociólogo y abogado. Hizo numerosas investigaciones, especialmente históricas, durante más de tres décadas.

Recibió los títulos de Hijo Ilustre, Hijo Notable, e Hijo Predilecto de Chiquimula.

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